La historia del origen de Ball nació originalmente en 1891 después del Great Kipton Train Wreck en el norte de Ohio, un accidente de tren, cuya culpa se podía atribuir al reloj de un conductor que había dejado de funcionar. Después del accidente, se nombró al joyero Webb C. Ball para investigar la causa y ayudar a desarrollar un nuevo conjunto de regulaciones nacionales de cronometraje que regirán el desempeño de todos los relojes que se utilizan en y alrededor de las operaciones ferroviarias. Conocido como "tiempo de ferrocarril", este nuevo estándar se extendió a una serie de relojes precisos y confiables certificados por Ball que serían llevados por el conductor, ingeniero y bombero de cada tren en ese momento, revolucionando la seguridad de los trenes y cimentando el legado del relojero en la historia relojera.
Es en el año 1894 cuando Ball decide fundar su propia firma de relojes, comenzando así la verdadera historia de Ball como marca. Rindiendo honor al prestigio que había adquirido su creador, estos debían contar con la máxima calidad y estar dotados de la certificación Official RR Standard Watches. Para ello, eligió algunos calibres de las mejores manufacturas americanas de la época y los ajustó a cajas de alta calidad firmadas con el nombre «Ball Watch Company».
A finales de los noventa, al renunciar el bisnieto de Ball a continuar con la actividad de la empresa, la compañía fue adquirida por unos inversores privados. Como consecuencia, tuvo lugar el traslado de los talleres y de la sede internacional a Suiza, específicamente al centro relojero por excelencia:La Chaud-de-Fonds.
A partir de esta etapa surgen las líneas que aún conocemos como “Engineer”, “Fireman” o “Trainmaster”. Estos nombres surgen para rendir homenaje a los cargos relacionados con el mundo del ferrocarril. Siguiendo esta misma línea, ocurre con las colecciones derivadas de como“Engineer Hydrocarbon”, “Engineer Master” o “Engineer II”.